Uno de los pasos importantes en la meditación es el ejercicio de unificación de cada uno de los Cuerpos Inferiores –Físico/Etérico, Astral y Mental- con el Alma, y del Alma con la Mónada. Esto se realiza por medio de la visualización, entonando el “Om” tres veces, visualizando que, con el primer “Om”, se alinea el Cuerpo Mental Inferior con el “Ser Divino”. Con el segundo “Om”, se alinea el Cuerpo Emocional con el “Ser Divino”, sintiendo que todo alrededor se ilumina y espiritualiza. Con el tercer “Om”, se alinea el Cuerpo Físico con el “Ser Divino”. Respecto a esto, dice el Maestro El Tibetano: “En el alineamiento de los tres vehículos –o cuerpos físico, emocional y mental inferior- dentro de la periferia causal, y su estabilización allí mediante un esfuerzo de la voluntad, comienza el verdadero trabajo que el Ego o Yo superior puede realizar en cualquier encarnación. Al hacerlo, debes considerar deliberadamente que eres un Hijo de Dios que retorna al Padre, que es Dios mismo que busca Su conciencia, un creador que trata de crear, el aspecto inferior de la Deidad, que trata de alinearse con lo superior”.
Esto, dicho en primera persona, es así:
“Yo Soy” un Hijo de Dios que retorna al Padres
que es Dios mismo que busca Su conciencia.
“Yo Soy” un creador que trata de crear; el aspecto inferior de la Deidad, que trata de alinearse con lo superior.
Extraído del Libro “Esoterismo de la Metafísica”, de Rubén Cedeño.
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