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OBEDIENCIA ILUMINADA

La "Obediencia Iluminada" difiere de la "Obediencia Ciega", en la que hay una aceptación basada en el temor al castigo, el desagrado o la culpa. La persona que obedece ciegamente, movida por la superstición, el temor o el castigo, no está más cerca de la meta de unión con el “Plan Divino" que el arrogante egoísta que acepta los impulsos de sus propios deseos para alcanzar la gloria y el poder como directivas de la Divinidad.

La ‘'Obediencia Iluminada” requiere de un corazón simple y humilde, un alma pura, una mente tranquila: un mundo emocional paciente y controlado y, luego, la rara facultad del discernimiento impersonal, capaz de distinguir entre las direcciones dadas y las numerosas trampas en las que caen tanto el orgulloso intelectual como el aprensivo y supersticioso.
Texto extraído del libro "Lord Koot Hoomi Habla" compilación de Rubén Cedeño publicado por editorial Señora Porteña

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