NO ACUSO
No acuso porque soy acusado;
no condeno porque soy condenado;
no excluyo porque soy excluido;
no critico porque soy criticado.
Yo soy aquel que, delante de Jesús,
no pude tirarle piedras a la adúltera
por no estar libre de pecado.
Pero no soy un pecador infeliz,
cabizbajo y compungido.
La felicidad de Dios en mí es mucha,
como decirles a los demás
la forma de lograrlo,
quedándome en contemplación,
sin acusar a nadie,
por lo divino exaltado.
Extraído del Libro “FACILITADOR ESPIRITUAL”, de Rubén Cedeño.
Editorial Señora Porteña.

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