ENFRENTANDO LA MENTIRA
Evadiéndolo e ignorándolo, no se elimina el mal ni se gana la batalla, sino enfrentándolo; aunque no con odio, críticas o condenaciones, sino con amor e inteligencia, pero afrontándolo.
Al mal hay que tenerlo vigilado, saber sus pasos, estrategias, manipulaciones; nunca hay que darle la espalda, porque entonces da una puñalada trapera, y se cae en sus redes fácilmente. El mal es más hábil que el bien, porque maneja la maldad y la mentira, mientras que el bien es inocente, porque maneja la bondad. Así que hay que tener la astucia del maligno, pero usarla para el bien.