TOCANDO LA PUERTA
Quiero decirles algo a todos los que se están poniendo en contacto con el Dharma por primera vez y no entienden algunas cosas contradictorias que pasan. Si una conferencia no se da, si llegan tarde y no se los deja entrar, encuentran a alguien de mal carácter pero, a pesar de todo esto, siguen, vuelven, eso era un examen y “pasaron la prueba”. Porque es un principio universal, que cuando se llega al templo y se toca la puerta por primera vez, muchas veces no se abre y no se puede entrar.
Hoy en día, hasta en Hollywood ya han puesto estas enseñanzas en una película inspirada por la Jerarquía de Maestros de Sabiduría, que se llama “Doctor Strange”; incluso se habla de los lugares magnéticos por donde la Jerarquía Espiritual se manifiesta en la Tierra, hasta ese punto llega la película. Por supuesto, es un film que tiene su parte “hollywoodezca”, fantasiosa, pero, a pesar de ello, se puede apreciar la gran instrucción que tiene.
En esa película sucede lo que les estoy narrando, que es normal, a veces, cuando se toca la puerta por primera vez, para recibir el Dharma, y la puerta no se abre. Y el Maestro te prueba a ver si verdaderamente quieres la Enseñanza. ¿Y cómo te prueba? Negándotela, a ver si tú insistes.
La mayoría de los que facilitan la Enseñanza Interna han pagado un precio por saberla que no es económico. Hay quienes han pasado años de tortura; a mi persona y a muchos que conozco también nos ha sucedido, pero hemos insistido en seguir en la Enseñanza, viendo si algún día se hacía la Luz entre tantas sombras, y aquí están, han seguido y no les ha sido de balde. Un día se les abrió la puerta, amaneció, salió el sol. Algunos de los que vienen a estas charlas son probados.
Para que a los asuntos internos se les dé valor, hay que pagar un precio, que no es dinero, es vital, con nuestras vidas y acciones.
Tal vez, con esta conversación no les estoy hablando de cómo solucionar un problema en específico, pero les estoy comunicando cómo solucionar todos los problemas a la vez. Es fácil y difícil a la vez. Es fácil en las palabras, como se les dice. Difícil no es, propiamente dicho, pero toma su tiempo, reflexión y madurez realizarlo.

Extracto del Libro: “Reflexión Interior” de Rubén Cedeño.