JUAN XXIII
Ruben Cedeño
Móstoles, Mayo de 2004.
Libro: Santos
Hoy 11 de Octubre,la iglesia católica festeja el día de Juan XXIII,el Papa Bueno, quien introdujo algunas reformas propias de la Era de Acuario dentro de la Religión Católica. Mi persona tenía 11 años cuando en la tarde del día 3 de Junio de 1963 –como a las 2 de la tarde-, mientras jugaba haciendo procesiones con los Santos en la azotea de la casa de mi abuelo en Caracas, comenzaron a doblar las campanasde los campanarios neogóticos de la Iglesia de “Palo Grande”.
Sentí un dolor en el corazón, una tristeza muy grande invadió mi alma y algo me dijo interiormente: “El Papa Juan XXIII ha muerto”. Lo que lamentaba en mi silencio, era que fueran a enterrar al Papa Juan XXIII sin haberlo conocido físicamente.
Fue en 1976, cuando fui al Vaticano por primera vez, lo primero que hice fue buscar su tumba; la encontré y me quedé largo tiempo imaginándome su cuerpo dentro de la fina pero sencilla urna de piedra. Durante muchos viajes de vuelta al Vaticano, en años sucesivos, hice lo mismo. Pero un día Dios me dio un regalo: lo había sacado de la cripta, entonces, en un sarcófago de cristal, en una capilla, al fin lo pude ver incorrupto y le tomé una extraordinaria foto. Ese día fuí muy feliz. Algo me une a Él; es que encierra la vocación sacerdotal que siempre tuve y fue el sacerdote que siempre quise ser.
Un día en la niñez de Juan XXIII, hablando con el cura de su pueblo, lo oyó decir: “Yo soy un humilde cura de pueblo”; él acogió esta frase y quiso ser sacerdote. Siempre se creyó y actuó como un humilde cura de pueblo, aun cuando era uno de los más grandes Papas de la cristiandad. Él decía: “Dios me sacó del campo desde pequeño y me proveyó de todo lo necesario. No tenía pan, y me procuró, no tenía libros con qué estudiar, y se ocupó de ello. Desde que soy seminarista todavía no me he puesto una sotana que no haya recibido por caridad de alguna buena persona”.
La humildad de Juan XXIII era tan grande que siempre le atribuía a Dios todo lo que tenía; por eso decía: “Debo convencerme de que sin el afecto especial que Jesús me ha mostrado, yo no sería hoy más que un pobre campesino, el más rudo, el más ignorante, y quizás el peor de todos los campesinos que pueda haber”. Otras veces pensaba: “Sigo siendo un miserable como antes”. “El querer presumir de sabio y juzgar es soberbia”. “La santidad de los santos no está edificada sobre hechos estrepitosos, sino por cositas que a los ojos del mundo parecen bagatelas”.
Juan XXIII tenía perfectamente desenvueltas las cualidades de la conciencia de la vacuidad o Nadidad, por eso decía: “¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?… Soy la nada. Todo lo que poseo –el ser, la vida, el entendimiento, la memoria- todo me lo ha dado Dios; luego, todo le pertenece a Él”.
Juan XXIII tenía desarrollado el Rayo de la Iluminación y Sabiduría Divina, que expresaba diciendo: “Siento la manía de querer saberlo todo. Conocer todos los autores de valor, ponerme al corriente de todo el movimiento científico y, en realidad, leo aquí, devoro otro escrito allá y saco poquísimo fruto”. También decía: “No es por tanto la ciencia la cumbre de la grandeza y de la gloria, sino el conocimiento de nosotros mismos, de nuestra NADA delante de Dios”. “¿Qué soy yo, a fin de cuentas, con mi doctorado? Nada, un pobre ignorante. ¿Qué saben esas personas que se dicen listas? Muy poco”.
En 1906 fue profesor del Seminario de Bérgamo. Juan XXIII amó, defendió y rindió culto a su maestro, el Obispo progresista de Bérgamo JacomoRadini. Cuando después de ordenado sacerdote regresó a Bérgamo como su secretario, siendo nombrado Papa, expresó: “Mi vida debe ser toda de amor a Jesús, y a la vez, toda una efusión de bondad y de sacrificio por cada alma y por todo el mundo”.
Foto: Juan XXIII incorrupto foto de Rubén Cedeño.