UN BREVE CUENTO TIBETANO - POR DIEGO STANCAMPIANO
A los presentes…pero sobre todo a los que no están.
Esa mañana Suncho Tenzing se levantó pronto. Por su ventana se veían las montañas nevadas del Valle de Ladhak. Desde hace varios días sus pensamientos y sus emociones encontradas no le dejaban dormir. Hoy pondría fin a tanto insomnio.
Cruzó el patio caminando todo lo rápido que su túnica azafrán le permitía. Se quitó sus sandalias y después de postrarse frente a la inmensa estatua dorada del Buda al final del salón, se dirigió a su Lama:
- Buen día – El Maestro solo movió su cabeza, hace días que observaba en silencio, el desasosiego de su discípulo.
- Quiero pedir su consejo – el Lama volvió a mover la Cabeza asintiendo. Entonces Suncho disparó:
- Desde hace días que estoy intranquilo y miles de pensamientos rondan mi cabeza, me encuentro iracundo y violento, no soporto las correcciones que me haces, ni las tareas que me confías. No disfruto al estar con mis compa