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AMOR A LA HUMANIDAD

D. K./R. C.

 

 

Hay que Amar como lo hacen los Grandes Seres, con Amor puro que no exige recompensa; con Amor impersonal, que se regocija cuando hay respuesta, pero no la espera y ama constante, silenciosa y profundamente, a través de las aparentes divergencias, con la seguridad de que, cuando todos hayan encontrado el camino hacia el hogar, comprenderán que ese hogar es el lugar de unificación.

 

 

 

Cuando el Amor a todos los seres, sin tener en cuenta quienes son, comienza a ser una realidad y, al mismo tiempo, el amor a sí mismo no existe, esto indica que se está acercando al “Portal de la Iniciación”. Si no le importa el sufrimiento y el dolor del “yo inferior”, si le resulta indiferente ser feliz o no, si el único propósito de su vida es servir y salvar al mundo, y si las necesidades del prójimo son para él de mayor importancia que las propias, recién entonces el fuego del amor irradia de su ser y el mundo podrá sentirse confortado ante sus pies. Este amor debe ser una manifestación probada y práctica; no solo una teoría ni simplemente un ideal impracticable y un sentimiento grato, sino algo surgido de las experiencias y pruebas de la vida, de tal modo que el primer impulso de la vida sea el autosacrificio y la inmolación de la naturaleza inferior.

 

 

El Amor no es una emoción o sentimiento, ni está relacionado con la sensación, que es una distorsión del verdadero amor; es la determinación fija de hacer lo mejor para toda la humanidad o el grupo, y a cualquier precio personal, por medio del supremo sacrificio. Solo quienes aman verdaderamente a sus semejantes pueden ver las cosas con claridad y captar la inevitabilidad de lo que debe hacerse para dar fin al actual gobierno de terror e introducir el nuevo gobierno de paz.

 

 

 

Extraído del Libro “D. K. MASTER”, de Rubén Cedeño.

Editorial Metafísica.


 
 
 

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