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NO TE DEJES TENTAR


No permitas que la miseria, la mediocridad, la crítica, el chismorreo, te tienten, lo que quieren es perturbarte, sacarte de tu cielo, pero contéstales como Jesús: “Vete. Fuera de aquí”. Jesús fue al desierto y después de una cuarentena espiritual meditando fue tentado por la negatividad, la mentira, el poder insano, la fama innoble, el honor y el renombre mundano, como puede ser tentada cualquier persona, pero no hay que ceder, ya que te agarra esa baja vibración y vuelve añicos tu vida. No hay nada de malo en tener poder, fama o el honor ganado por merecimiento propio que llega sin buscarse ni por ostentación, pero sí, es muy dañino conseguir estas cosas sin merecerlas. Aun así, si estas cosas se tienen cosechadas, es mejor no presumirlas ni ostentarlas, para que no se desvanezcan en la nada, la modestia en estas cosas siempre es prudente. Un sol de más de cuarenta grados asfixiante, ahogaba subiendo la terrible colina desértica de las Tentaciones de Jesús.

Se dice que Jesús después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a Él el tentador y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces, el espíritu del mal lo llevó a la santa ciudad y lo puso sobre el pináculo del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”. Otra vez lo llevó el espíritu del mal a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos y le dijo: “Todo esto te daré, si postrado me adorares”. Entonces Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás”. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían. Aunque se tenga el poder de convertir piedras en pan, de saltar al vacío y ser atajado por ángeles o el poder de gobernar sobre los reinos del mundo, estas facultades no se deben ejercer para ostentar poder, superioridad o vanidad espiritual sobre los demás. Mucho menos esto se debe hacer obedeciendo a la tentación de otro ser humano que ofrezca estos poderes por pertenecer a su grupo espiritual, estar bajo sus órdenes u obedeciéndole. A todo el que ofrezca fama, dinero, poderes tenlo como la tentación del espíritu del mal. Jesús se protegió contra el “espíritu del mal” en la tentación con su conciencia, Él estaba en el desierto no tenía cristales, ni perfumes ni talismanes ni medallas, los rosarios no se habían inventado, las misas tampoco. Jesús sanaba solamente aplicando el poder divino, como debe ser.

Foto Piedra de la Tentación en el desierto de Palestina y Rubén Cedeño.

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