MERCADERES EN EL TEMPLO
Libro “Jesús”
Al día siguiente de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, éste fue al templo que estaba muy concurrido por la celebración de la Pascua. Jesús viendo los patios aledaños al templo llenos de cambistas y vendedores de animales para las ofrendas en el holocausto, comenzó a echarlos a todos a latigazos para fuera, les volcó las mesas y les enseñó, diciendo: “¿No está escrito?:
Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones. Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.
Lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y comenzaron a seguir sus pasos para apresarle y juzgarle. Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad y se fue a dormir a Betania. Así supuestamente termina el día lunes de la pasión de Jesús.
Los mercaderes del templo no eran los que vendían rollos de la Torá o Biblia hebrea, o en el caso actual, los que suministran el material de apoyo a las instrucciones espirituales que se imparten, porque si esto no se hace
¿Cómo la gente aprende? Los mercaderes del templo son los que cobran por dar la instrucción espiritual o colectan sumas sugeridas, que es cobro encubierto. Pero, de los que supuestamente dan instrucción espiritual y cobran, incluso los que lo hacen, encubiertamente, no hay que ocuparse de ellos, porque antes de hacerlo, ya han sido arrojados del Templo por el “Cristo Interno” que es el Alma.
Jesús es un Cristo Interno manifestado y su acción arrojando comerciantes del lugar sagrado es como si fuera un hecho de la propia Alma. Por más que intenten vender en el templo la enseñanza espiritual, no lo pueden hacer, porque antes de realizarlo, ya han sido arrojados fuera de la instrucción por vibración, yéndose ellos mismos de la Verdad y así, cuando cobran y hablan, ya no lo hacen dentro del Templo. El Templo que es la Verdad, nunca es profanado con enseñanzas falsas por más que se intente, porque el lugar donde se comete esta acción ya deja de ser un Templo.
Recordemos el “no” de los mandamientos de Moisés, que quiere decir que no se puede hacer por más que se intente y a esto se refiere el noveno mandamiento: “No mentir”. Consideremos, que entre otras cosas, mentir es dar una instrucción falsa, con falta de orden, sin objetivos altruistas o producto de canalizaciones.
Veamos ahora esto: ¿Por qué algunos espiritualistas de fruslería populistas, critican, condenan y hasta excluyen y no tratan más a los facilitadores espirituales y sacerdotes que corrigen, son disciplinados e inflexibles en la persecución de un orden lógico en sus actividades, cuando él no le está pegando a nadie y mucho menos dando latigazos como lo hizo Jesús.
Tomemos conciencia que Jesús, además de corregir, disciplinar y poner orden, maltrató físicamente a la gente que se ganaba su sustento, y a pesar de esto la gente le da la razón y lo ensalza. ¿Y por qué de igual manera no se valora al que persigue el mismo orden que buscaba Jesús en el templo y además de eso no maltrata físicamente a nadie, sino solo habla y explica?