San José representa el Principio Masculino de Dios, la fuerza de voluntad y el pensamiento que debemos tener, para seguir el Sendero de Ascensión que permita el nacimiento del Cristo Interior.
Observemos en el lado derecho, dentro de la gruta de nuestro corazón, la figura de San José, vivo e irradiando una luminosidad hermosísima, que empieza a diluir nuestro pasado, los recuerdos del ayer, del año anterior y de toda nuestra vida. Se desvanece nuestro ego y ya no nos importa cómo nos llamamos, qué título tenemos ni qué puesto ocupamos en la sociedad, en el grupo espiritual al que pertenecemos o en el trabajo que realizamos. San José trae a nuestra mente a aquellas personas con las que nos hemos peleado, que nos deben algo o han sido injustas, para perdonarlas, diciéndoles: “Te perdono para siempre con la Ley del Perdón y del Olvido. Borro de mi vida, para siempre, cualquier recuerdo negativo que haya vivido contigo”.
San José nos da tranquilidad, valor para seguir adelante, fe en Dios y en la vida, firmeza y confianza en nosotros mismos. Si hemos errado en algo, no nos deprimamos ni lamentemos; insistamos hasta que logremos hacerlo perfecto. “Sólo los que no hacen nada no cometen errores”.
Extraído del Libro “ESPÍRITU DE LA NAVIDAD”, de Rubén Cedeño.
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