SÉPTIMO ASPECTO
En la facilitación de la "Enseñanza Interna” se comunica toda instrucción con libertad, sugiriendo solamente lo que se debe hacer, sin autoridad ni imposición. Si los participantes desean hacer lo que comunica quien facilita, perfecto; y si no, el que facilita le deja todo el proceso al “Principio de Causa y Efecto”. Decía María Montessori: "Ser libre o morir".

Quien facilita la “Enseñanza Interna” siempre perdona todo error cometido por los participantes y comprende. Comunica la instrucción solo cuando se le solicita y viaja a comunicarla únicamente si es invitado a hacerlo, no se le impone a nadie. No reprime, no controla ni les exige a sus estudiantes que le pidan permiso por lo que van a hacer; tampoco los obliga a que le cuenten lo que hacen; jamás se cree o hace ver que está respaldado por Dios, por los santos o los maestros; no exige ser tratado con títulos, pleitesía y adoración, ni usa sillas, puestos, cubiertos o platos especiales.
Quien facilita la “Enseñanza Interna" da libertad a sus estudiantes en el libre fluir y posesión de la "Enseñanza Interna”; siempre bendice el bien de todo evento de expansión de la Luz, esté él o no; mantiene todas las actividades del grupo en estricto orden, aunque sea criticado por esto; comunica la instrucción interna en completa libertad, sin imposición de dogmas, reglas y conductas inflexibles. Esta libertad conduce al educando a poner en práctica las enseñanzas dependiendo de su conciencia, y a actuar de acuerdo con lo aprendido por propia decisión y libertad, sin coacción, amenazas o sanciones, sean estas físicas o espirituales.
Texto extraído del libro "Aprendizaje Interno Inclusivo" de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña
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