RESURRECIÓN

"Antes de que me llamen, yo les responderé; aún estarán hablando, y los habré escuchado" (Isaías 65:24). El Gran Padre Eterno, contemplando la Tierra y a sus hijos, sintió que era necesario el Poder Restaurador por medio del cual aquello que desearan reasumir su Estado Divino pudieran hacerlo. Él hizo surgir, dentro de Su aura, la Llama de la Resurrección, que vivió allí hasta que uno de sus hijos, contemplando la naturaleza del Padre, ¡atravesó la Brillante Luz de Su aura y percibió esta Llama de Esperanza y Vida! ¡Ante el trono del Padre, el hijo pidió permiso para encarnar esta Llama y traerla a la Tierra, de modo que pudiera ser aceptada por aquellos que eligieran conocer nuevamente la juventud, la belleza y la vida eternas! Este honor le fue concedido, y la cualidad y naturaleza de la Llama de la Resurrección fue anclada en la Llama de su corazón.
Hay un solo Poder por medio del cual el ser humano puede desarrollar y madurar su Patrón Divino, y ese Poder es de Dios. Incluso el gran hermano Jesús, cuyo nombre y servicio honramos, ha dicho: "Yo no puedo hacer nada por mí mismo...Es el Padre en mí quien hace las obras" (Juan 5:30/14:10).
Extracto del libro "Pinceladas" de Pablo el Veneciano.