MISERICORDIA
“MISERICORDIA, DIOS MÍO, TEN COMPASIÓN DE MÍ Y TRANSMUTA MIS ERRORES”.
Ante todo error, fracaso, desavenencia, primero hay que buscar el error en uno; no para lamentarse, deprimirse o victimizarse con complejo de culpa, sino para corregir y seguir adelante sin traumas de ningún tipo; esto desenvuelve la humildad, el recogimiento y la real introspección. No se puede tener la actitud orgullosa, prepotente de culpar a los demás de todo lo malo que le pasa a uno y quedarse supuestamente inmaculado, libre de toda falta.

El primer paso para recibir el perdón es pedir perdón y perdonar. Se perdona muy fácilmente, diciendo: “Perdcóname" o "Te perdono”. Si no se siente el perdón, hay que repetir esto tantas veces como sea necesario hasta que, en algún momento, se lo sienta. El perdón limpia de cargas mentales y emocionales, libera psicológicamente. Perdonar y olvidar al instante cualquier agravio que nos hayan hecho es la acritud de humildad más noble que podemos asumir en el sendero de la vida. La mejor forma de ser misericordioso es perdonar toda condición que requiera nuestro perdón, así que afirmemos: "TE DOY MI AMOR Y MI PERDÓN, OLVIDANDO TODA OFENSA”.
Texto extraído del libro "Biblia" -Colección Metafísica Cristiana- de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña