¡Les presento otra concesión que da la Fe, trayendo a sus mentes la maravillosa liberación a la que conduce la adoración y honra de una “corriente de vida” hacia el Poder Divino!
¡Cuando un individuo honra el Poder de Dios, sea este descargado directamente desde la Fuente de toda vida o, indirectamente, a través de uno de los Mensajeros del Reino, tal individuo, a través de su propia conciencia, acepta el Poder Divino como una realidad que no puede ser negada, como una Magna Presencia cuyo Poder es Omnipotente y como una Gracia Omnisciente cuya eficacia es ilimitada!
Cuando tal estado de mente y corazón es establecido y mantenido por una parte individual de la Vida Única, su conciencia se convierte en un foco magnético místico, que libera el Omnipresente Poder Divino hacia el plano tridimensional. Los benditos Seres Santos y Sagrados, en lo más recóndito de su propia naturaleza, están constantemente al Principio Divino, reconociendo su Presencia Activa en ellos y en los demás, y honrando el Poder ilimitado de esa Presencia que no conoce frustración ni falla alguna.
Cuando se alcanza este estado de conciencia y corazón -lo que puede lograrse a través de la sincera contemplación de la Presencia de Dios, el individuo permanece en un estado de paz interior y tranquilidad, pues no espera recibir de su propia personalidad o la de otros aquello que el “yo personal” no puede dar; sino que, con la SILENCIOSA reverencia al Poder omnipresente y permanente del Dios del Amor; con su reconocimiento, aceptación y devoción libera ese Poder Divino para lograr todas las cosas perfectamente.
Uno de los más grandes vínculos entre el maestro y el discípulo se produce cuando el alumno ha alcanzado la conciencia de que el Poder Divino actuará para y a través de él, y para y a través del Maestro, cuando quiera que la invocación sea emitida. ¡Mientras el estudiante piense que el Poder Divino actuará únicamente para el Maestro, él todavía tendrá mucho por recorrer! La línea de demarcación es fina, pero a medida que avanzamos sobre el Sendero de la Vida, debemos aprender a Honrar la Presencia de Dios en cada individuo, en nuestra propia vida, y en el amor eterno de los Maestros que nos han guiado y protegido a lo largo de los siglos.
Extraído del Libro “SABIDURÍA DE LAS EDADES”, de KOOT HOOMI.
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