JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ
José Gregorio Hernández es un Maestro de Sabiduría que trabaja bajo la radiación del Quinto Rayo Verde junto al Maestro Hilarión. “Venerable” en vías de santificación, según los cánones de la Iglesia Católica, nació en Isnotú, Venezuela, se graduó de médico y se destacó como el “Médico de los Pobres”.
José Gregorio Hernández fue un Cristo despierto, un ejemplo de vida. Científico, místico, docente y artista muy culto, su vida debe ser estudiada como patrón de cómo vivir y comportarse.
José Gregorio Hernández es una de las primeras manifestaciones visibles de los “Hijos de la Luz”, encarnados para la “Nueva Era” bajo la radiación del “Templo de la Iluminación” de los Andes. Nació en Isnotú, el 26 de octubre de 1864, en un pueblecito del Estado Trujillo, en los Andes venezolanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla.
Visto de norte a sur, Trujillo es el primer Estado Andino de toda la mística Cordillera de los Andes. José Gregorio Hernández nació a la cabeza de la Cordillera Luz de América, por lo tanto, es precursor de los “Hijos de la Séptima Raza”. Fue un venezolano que ejerció dentro del campo de energía del Rayo Verde de la Salud, la Curación, la Música y la Verdad; un gran investigador y violinista que trabajó con la verdad y la filosofía.
Tendría unos doce años, cuando fui por primera vez a Isnotú -donde nació José Gregorio Hernández-, como solista del coro “Juan Bautista Plaza”, dirigido por María Carrasquero, para cantarle a la gente de este hermoso pueblo andino. Allí vi cómo todavía se conserva la habitación donde nació José Gregorio Hernández; actualmente, esta se encuentra a cielo abierto, con una estatua de mármol blanco de su persona, ya que la casa desapareció, víctima de los avatares del tiempo.
En la parte de atrás del lugar, se encuentra una modesta y, a su vez, moderna iglesia dedicada a su persona, donde hay vitrales alusivos a su vida. Al lado de la iglesia, se halla un museo con objetos personales del Doctor, donde incluso se conserva su piano y muchas de sus recetas manuscritas. También existe una residencia para peregrinos, con un buen auditorio, donde tuve la oportunidad de debutar.
Extraído del Libro JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ, de
Rubén Cedeño.
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