INCLUSIÓN
Al no afirmar tu nacionalidad, tu pertenencia, tu religión, tu creencia, tus distintivos, eres uno con los de demás, eres inclusivo, espiritual. La nacionalidad, la pertenencia, la religión, la creencia, los distintivos son signos de exclusión, dejan a los demás fuera, sin participar. Todo eso refleja odio; querer ser diferente, pudiendo ser sencillamente uno con todos, igual al resto de las personas.
El “yo personal” sin autoconciencia engendra separación, competencia y agresividad. Sucede lo mismo cuando se afirma ser esto o lo otro para diferenciarse de los demás; esa declaración está cargada de agresividad. Al subrayar la existencia del “yo personal”, hay agresividad, hay odio; al existir resentimiento por ello, hay separación, y al generar separación, hay maldad. Se es terriblemente dañino al afirmar el “yo personal” y decir: “Esto es mío”; se está excluyendo al mundo, eliminando la posibilidad de compartir; al establecer la propiedad, con la agresividad, inmediatamente entra en funcionamiento el ego y hay exclusión.
Texto extraído del libro "Solo Dios Basta" de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña
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