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ENTREGA

Una persona debe actuar con sabiduría, ser bondadosa y pura; su sangre jamás debe arder con el orgullo. El desánimo y la ira no deben encontrarse en ella. Entonces, sus sentidos jamás la desviarán y siempre gozará de la paz que nace de la realización de la Verdad Suprema.


El deseo es el responsable de que una persona se convierta en alguien tóxico; cuando se ven los objetos de los sentidos, el deseo los persigue y, para poder conseguir lo que se quiere, se comienza a luchar por ello.
Los objetos de los sentidos aparecen tan agradables que se hace todo cuanto se puede para conseguirlos. Una vez que despierta el deseo, lo sigue el apego e, inmediatamente, la pasión, la ambición y la pérdida del juicio. La mente se confunde, se oscurece, y la persona ya no puede seguir el camino de la virtud. A partir de entonces, trata de simular una virtud que no posee, y así se convierte en hipócrita.
[...]
La persona justa busca el bien de los demás, y, de esa forma, gana su propio bien. Esto es sabio y evita caer en el abismo de los sentidos, al saberla verdadera naturaleza de la felicidad y la tristeza.
Texto extraído del libro "Último Canto de Bhīshma" de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña

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