DISTRACCIÓN EN LA OBSERVACIÓN
Para estar en abstracción, en en observación de lo que se hace, dándose cuenta, comprendiendo o entendiendo profundamente, hay que observar cuando se está distraído. Por eso es importante no escuchar música, no encender incienso, tener el televisor apagado, que nadie esté hablando, no haber fumado ni bebido alcohol. Si no hay abstracción y observación plena, no hay meditación.
En abstracción, concentración, meditación y contemplación, se está observando profundamente, atentamente, no se piensa en la alimentación, la economía, el trabajo, la política, los placeres, los gustos o en alguien. Estos asuntos están supuestos a desaparecer espontáneamente de la mente, sin hacer esfuerzo alguno, al hallarse ocupado en aquello en que se está concentrado y se medita.
Después de quedarse quieto en la postura escogida y observar la respiración, de forma natural, sobreviene el acto de abstraerse de toda la falacia que la mente crea en su deambular. Esto es desconectarse de todo lo que perturbe y que no sea lo que se está haciendo; que, de manera natural, sin imposición, no se piense en otra cosa sino en el objeto de meditación. Este punto ya se une con las demás propuestas de meditación.
Extracto del libro: "Meditación, Iluminación y Nirvana" de Rubén Cedeño
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