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¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

Si estás arruinado, lamentándote en tu soledad, sin un amor en la vida, sin ejercer la profesión deseada, gobernado por quien no quieres, aquejado de algún malestar o deprimido, la culpa no es del destino ni de Dios, tampoco de los demás; esto sucede por no saber y vivir incorrectamente, con acciones improcedentes.


Nada es casual; la casualidad no existe, solo existe la causalidad. Todo lo que sucede tiene un porqué. Si no nos gusta lo que ocurre, significa que las causas movidas, que producen efectos negativos, no son buenas, sea por inacción, dejadez, descuido, mala intención, ignorancia, falta de amor, envidia o ingratitud.


Una de las maneras de solucionar las cosas desagradables que acontecen es buscar las causas y cambiarlas. CAMBIANDO LAS CAUSAS, SE CAMBIAN LOS EFECTOS.


Cuando tomamos conciencia del “Principio de Causa y Efecto”, no importa lo que hagamos, nos contenemos para no generar división, rechazo, envidia, mala voluntad, odio, fealdad, mentira, agresión ni rencor, porque sabemos que se nos va a devolver. Nos ocupamos de ser fraternales, amables, agradecidos, dulces y colaboradores, para que los demás actúen con nosotros de esa manera.


Extraído del Libro “ENSEÑANZA PRIMORDIAL, de Rubén Cedeño.

Editorial Señora Porteña.


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