Cuando el discípulo está preparado, desea y le pide la Enseñanza Espiritual a su Maestro como un ahogado demanda el aire; la pide, llama, busca y paga el precio, no en dinero sino en servicio, y todo lo pone a punto, para poder decirle al Maestro: “¡VEN!”. “Cuando el discípulo está preparado, aparece el Maestro”.
Extraído del Libro “TERCERA INICIACIÓN”, de Rubén Cedeño.
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