Se conocen personas que viven toda su vida saludablemente, que ni gripe les da; o si se enferman, se sanan rápidamente, si las operan, salen inmediatamente de los hospitales, sin ninguna complicación ni reacción secundaria.
Otras, por el contrario, pasan la existencia quejándose de dolencias; virus que aparece, lo pescan; si las operan, se les complica y pasan en los hospitales más del tiempo estipulado; o transcurren sus vidas haciéndose exámenes y en las salas de espera de los consultorios clínicos.
A veces el caso de algunos no es tan cruel como el descrito, pero algún dolorcito o gripecita escondida tienen. Esto se debe a que no conocen la “Clave Espiritual” de que “Dios es Salud”, y como nosotros somos sus hijos, también somos salud, porque los hijos son iguales a sus padres.
Uno puede reconocer la Presencia de Dios en ese órgano que aparenta una enfermedad. Pesemos siempre: “Yo Soy Salud”.
Extraído del Libro “CLAVE ESPIRITUAL”, de Rubén Cedeño.
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