CAPILLA SIXTINA -JUICIO UNIVERSAL
“El Juicio Universal” se puede dividir simbólicamente en tres planos de conciencia, que se distribuyen horizontal y verticalmente. Está el plano humano infernal del sufrimiento, de la lucha, la enfermedad, la tristeza, la maldad, la ignorancia, la impureza, la inarmonía, la mentira, el desorden y la condenación. Lo sigue el plano de los salvados, que van al Cielo; este es el plano del Cristo, del Alma, que está entre el plano humano del sufrimiento y el Plano Divino. Por último está el Plano Divino de Perfección, donde se encuentra Jesús, al centro, y donde reina el bien, la sabiduría, la armonía, el amor, la verdad, la mística, la devoción, la misericordia y el orden ceremonial. En medio de todo, se observan los coros de ángeles de la Resurrección, del Arcángel Gabriel, con trompetas, despertando a la gente que se encuentra en los niveles inferiores. En el centro y en la parte horizontal superior está Jesús como el Gran Juez, el Señor Todopoderoso del Cielo y de la Tierra.
CARONTE Abajo, en el plano inferior, a obscuras, se ve el infierno del orgullo, la prepotencia, donde está Caronte, el que navega con su barca en la “Laguna Estigia” –símbolo del mar de Llama Violeta que purifica el plano emocional–, llevando las almas de la vida a la muerte. Allí Miguel Ángel pintó a Cesena –el que criticó estos frescos por tener tantos desnudos–con una serpiente mordiéndole el pene. En este subplano inferior hay dos subdivisiones: los rezagados recalcitrantes y los que se están salvando con el despertar del Cristo dentro de sí. En la parte superior empiezan a aparecer los santos.

AUTORRETRATO DE MIGUEL ÁNGEL De un lado de “El Juicio Universal” se encuentra un autorretrato de Miguel Ángel, en la piel de San Bartolomé. San Bartolomé representa el desvestirse de la personalidad, el desprejuiciarse, el quitarse la piel en la que Miguel Ángel pinta su autorretrato, como diciendo: hay que quitarse la personalidad, todos tienen que quitarse la personalidad, la máscara, en algún momento de la vida.
EL JUICIO El juicio es la censura, el vituperio de una persona o cosa. Es inhumano criticar las faltas de otro ser humano; simplemente se lo debe ayudar a corregirlas y superarlas, con dignidad y respeto, sin humillación ni vejaciones. Un verdadero estudiante de la Luz jamás enjuicia a otro ser que está en el mismo sendero o en otro, aunque a él no le parezca que algunos detalles sean como el otro los considera.
Desde que amanece, la gente vive diciendo: “Esto no me gusta” o “si me gusta”, “me voy a enfermar”, “no tengo dinero”. Todo el mundo está exaltado porque vive haciendo juicios. Cuando se empieza a hablar de cosas terribles –asaltos, enfermedades, carencias, odios–, se pone en movimiento todo el infierno que aparece al final de “El Juicio Universal”. Cuando se habla de belleza y perfección, se pone en movimiento el Cielo.
Extraído del libro "Metafísica de la Misa" de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña
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