Comprueben que no solo detrás de las paredes de un convento, no solo en la soledad de una ermita, sino en las calles, caminando por la vereda, limpiando sus casas, dirigiendo sus negocios, la Llama de la Adoración es una alquimia práctica para multiplicar el bien y disminuir el mal.
Entre los millones de hijos de la humanidad encarnados