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ENSEÑANDO A PESCAR


Si uno va por la calle y alguien pobrísimo le dice: “Tengo hambre”, uno va y le compra algo de comer. Si a alguien le hace falta un plato de sopa, se la da. Si a uno le tocan la puerta de la casa pidiendo comida, uno busca qué darle. Pero la misión no se debe limitar a estarle dando comida a la gente. Se puede hacer algo más productivo, que es la Máxima “Compasión Infinita”: enseñarle a la gente a pensar positivo, cambiarle el “Estado de Conciencia” de negativo a positivo y, en vez de darle el pescado, enseñarle a pescar.


Extracto del Libro “COMPASIÓN INFINITA” de Rubén Cedeño

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