COMPASIÓN INFINITA DE JUAN PABLO II
Juan Pablo II tuvo “Compasión Infinita” siempre, pero la puso de relieve en su forma más contundente y la exteriorizó visiblemente, cuando fue tratado como Jesús en la Cruz, al ser baleado en la Plaza San Pedro, y luego hacer como el Maestro, yendo a la cárcel a perdonar a su homicida.
Lo que nadie sabe es que Juan Pablo II murió místicamente en ese atentado. La Madre María acudió personalmente en auxilio de su dilecto hijo a resucitarlo, debido a la importante misión que este tenía que cumplir; no era el momento de que abandonara la encarnación, así que flameó interna y externamente a Juan Pablo II con la “Llama de la Resurrección y la Vida”, como lo hizo el Arcángel Gabriel con el Maestro Jesús, y lo hizo renacer.
Clínicamente, parte de su tratamiento fue que se le renovó completamente toda la sangre; la justificación humana fue un supuesto temor a que los proyectiles estuvieran envenados. Así como Jesús tuvo como clave angular de su Resurrección y Ascensión, proyectar la Llama del Perdón al decir: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”; Juan Pablo II tuvo, como comienzo de su ministerio como “Gran Maestro de la Divina Misericordia”, la cárcel romana de máxima seguridad de Rebibbia, cuando fue allí a perdonar a su asesino, el terrorista turco Mehmet Alí Agca. Y es de tener en cuenta que el extremista no le pidió perdón. El victimario no le pide perdón a su víctima; sin embargo, la víctima perdonó.
He aquí lo que siempre debemos hacer en la práctica de la “Compasión Infinita”, si queremos ser misericordiosos. Esta fue la Gran Compasión Infinita que convirtió a Juan Pablo II, en ese momento, en Gran Maestro de este maravilloso don de Dios, la "Divina Misericordia".
Es la primera vez en la historia del Cristianismo que un Papa está frente a frente a su asesino y lo perdona. Juan Pablo II, al salir del templo de su conversión en Gran Maestro de la Misericordia –que fue la celda de esa cárcel-, expresó: “He hablado con Agca como se habla con un hermano, al que he perdonado y goza de mi confianza”. En ese momento, el Maestro que caminaba a través de Juan Pablo II tomaba cuerpo y sangre en ese vehículo físico. Juan Pablo II se convirtió en Gran Maestro de la Divina Misericordia en la celda de Mehmet Alí Agca, en la cárcel de Rebibbia. Tomemos todos el ejemplo de Juan Pablo II, de ser Misericordiosos con todos los que nos rechazan, incluso con los que procuran nuestra muerte, y perdonarlos.
Extracto del Libro “COMPASIÓN INFINITA” de Rubén Cedeño.