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OÍDO OYENDO


"ANTES QUE EL OÍDO PUEDA OÍR, TIENE QUE HABER PERDIDO LA SENSIBILIDAD"

Antes de que el oído pueda oír "La Voz del Silencio", "La Voz del Maestro", "La Voz de Dios", tiene que haber perdido la sensibilidad de sentirse herido por los insultos o de enorgullecerse por los halagos.

Mientras la persona es un anónimo trabajador común, nada ni nadie se mete con ella públicamente y pasa desapercibida. Basta que se comience a destacar en algo , en la "Vivencia Espiritual", para que las energías contarias comiencen a objetarla, y allí viene el sentido de no darle oído a esas cosas.

El estudiante espiritual debe ser indiferente a lo que digan de él, tanto a lo bueno como a lo malo, tanto a las alabanzas como a las difamaciones. Unas y otras son nefastas. El que ensalza, hundirá. Si los halagos no ensalzan al "yo personal", tampoco las condenaciones lo dañarán.

SI LO QUE HACES ELEVA, UNIFICA, LIBERA, VUELVE LA CONCIENCIA HACIA DIOS, ES CONSTRUCTIVO, INSTRUYE, BENDICE, DA PAZ, ESO ES BUENO, ESA ES LA VOLUNTAD DE DIOS. CONTINÚA HACIÉNDOLO A PESAR DE LAS OPOSICIONES. ELLAS QUIEREN APAGAR TU VOZ PARA QUE TRIUNFEN LAS SOMBRAS, PERO LAS TINIEBLAS NO PREVALECERÁN.

Extraído del libro Tercera Iniciación de Rubén Cedeño

 
 
 

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