KRISHNA Y LAS GOPIS
Rubén Cedeño. Vrindavan 29.10.2016 Dedicado a la Gopi Erika. Libro “Sanatana Dharma”
Perdido por India, dentro, en el pueblo de Vrindavan, sorteándose la orientación entre estrechas callejuelas discontinuas, entre casas arruinadas, senderos que en algunas partes apenas permiten un transeúnte a la vez, todas retorcidas, atravesadas por callejones y pasajes formando un laberinto inescrutable, aparece la puerta del Templo de Nidhivan. Se percibe una notoria profusión de devotos entrando, ni un solo turista, aunque sí algunos extranjeros ya convertidos al hinduismo junto a muchos pícaros monos, que se encuentran dispuestos a robarle a la gente lo que a ellos les llame la atención, tales como gafas, aretes y collares.
Aquí, en este templo, está lo que toda mi vida soñé ver algún día: El Bosque de Árboles de Tulsi. Krishna fue la primera conciencia despierta del “Ser Divino Propio” que hubo en la historia de la humanidad, dicho en otras palabras el Primer “Cristo Despierto”. Y justamente en este lugar, Krishna bailó con las dieciséis mil Gopis o también llamadas pastoras durante su juventud, donde realizaba todos sus pasatiempos.
Cuando ví el bosque de Krishna, no pude contener las lágrimas. Un escenario junto a decenas de mujeres entre los árboles, tirándose a la tierra y dando vueltas de cúbito dorsal revolcándose, una emoción tan grande de estar allí y observar tan efusivo acto de devoción, como jamás lo había visto en ninguna parte, religión ni lugar alguno.
En este lugar, tanto el pasado, las preocupaciones, los problemas, la personalidad, el nombre y la identidad, desaparecen repentinamente sin avisar ni percibirse, solo hay Alma, Presencia del Espíritu y aun así, esto no se cuestiona. De repente se está con el Ser sin que haya un “yo personal” que lo indique.
Es imposible creer que este lugar se conserve después de cinco mil años en que Krishna lo bendijo con Su Presencia. Gracias a que Krishna realizó aquí esa mágica danza, se acortó el “Kali Yuga” o edad oscura, y esto mismo fue lo que le permitió al Maestro Saint Germain entrar e instaurar en estos tiempos su “Edad Dorada” o Satya Yuga, con la Enseñanza del “Yo Soy” y la “Llama Violeta”.
Todo eso hay que agradecérselo a Krishna y a este lugar, es por esto que amo este sitio y lo visito. He allí el motivo de venir aquí, la gran emoción al pisar este lugar, pensar que si aquí no hubiera pasado lo que sucedió, no estuviéramos libremente hablando de esta Enseñanza en esta “Era de Acuario”.
Aquí se funde la historia, la leyenda, los mitos y sabe Dios cuántas cosas más. Pero a este bosque no se puede venir con cálculos mentales, racionalismo, sensatez, ni lógica, creo que sería un despropósito o tal vez eso mismo impediría la entrada.
Hay un pequeño templo en el medio del bosque donde los devotos le ofrecen comida a Krishna y su Divina Shakti Radha, y en la noche cierran todo con llave, cadenas y candados, con la comida adentro y al siguiente día, no hay nada, dicen que Krishna y Radha vienen a comérselo. Este es un fenómeno que se comenta en el pueblo entero, lo han observado miembros de la policía local y muchos observadores, incluso ha sido objeto de programas de televisión por renombrados periodistas.
En la noche, cada árbol se convierte en una Gopi o Pastora y Krishna aparece y se oye tocando su dulce flauta y baila con ellas, al amanecer todo desaparece. En un lugar, se puede ver ya seco el árbol original donde Krishna tocaba su flauta. Gracias al gran devoto de Krishna, Lord Chaitania, podemos gozar de este sitio, ya que en el siglo XVI rescató del abandono todos estos lugares santos.
Aquí no se puede decir, que “hay que ver para creer”, porque ni se ve, ni se cree nada, solo se siente y se llora de emoción como lo he sentido. Por tan solo visitar Nidhivan vale la pena venir a la India.