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MI SOBRINO AKENATON


El dueño de la casa donde vivo en Ciudad de México adoptó un gato de mes y medio de vida, muy pequeño, totalmente negro, con ojos azules muy observadores y penetrantes, en fin un primor, cariñoso, sociable y juguetón al que se le puso por nombre Akenatón y que de inmediato lo adopté como mi sobrino.

Una casa perfumada pero que al transcurrir los días comenzó a tomar olor a gato por todas partes. Akenatón aprendió a treparse a las camas, valiéndose de sus uñas para buscar jugar, mordiendo y arañando con sus insipientes caninos y uñas que parecían finas agujas, y esto lo hacía inoportunamente a la hora de dormir y a la madrugada.

¡Había que complacer a Akenatón en todo! Todo esto a muchas personas les puede producir rechazo ¿Y si no se consentía a Akenaton entonces en dónde estaba la delicia de tenerlo? Nuestras vidas cambiaron, de estar avocadas solo a intereses editoriales y pedagógicos, pasaron a un minúsculo gato que se convirtió en el centro de la atención de toda la casa, esto fue “Aceptación Consciente”: Si no se está dispuesto a disfrutar esto, ser feliz con ello, no hay porque tener gato.

En la casa ya desde pequeños, en nuestra familia habíamos adoptado a lo largo de nuestra infancia y adolescencia cuatro perros, tortugas, una gaviota, un hámster, periquitos y de último una paloma, ¡pero jamás un gato! Que aprendizaje tan hermoso es adoptar un gato… Son inteligentes, graciosos, cariñosos, una delicia de ternura. Dicen que esotéricamente porque protegen de las fuerzas oscuras, y para mejor, ellos evocan a su poderosa protectora: La diosa egipcia Bastet, que al protegerlos contra todo mal, por eso los amaban y embalsamaban en Egipto. Un gato es todo un mundo hermoso de “Aceptación Consciente”.

Libro: "Psicología del Alma"

 
 
 

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