ABSALÓN
Rubén Cedeño
Dolores Hidalgo
México16.4.2015
Libro: Biblia
Hay que cuidarse de no ser un Absalón, y por eso siempre acudo a su tumba en el torrente del Cedrón en Jerusalén, ya que cuando no es nadie, se sabe poco sobre determinados asuntos y viene alguien, da la mano y enseña, después hay quien se cree saber y poder más que quien le enseñó, le da la espalda, y se considera en las mismas alturas de las lides del que instruyó, pero luego la vida se encarga, que ese creído no pueda seguir. Por eso muchos padres judíos llevan a sus hijos rebeldes a la tumba de Absalón para reprenderlos y a veces hasta pegarles, con la creencia cierta de que así se corrigen. Absalón era el tercer hijo y el más amado del Rey David, que representa el discípulo o el hijo traidor. El Rey David colmó a Absalón de los mejores cuidados y las más excelsas instrucciones.
Absalón, como a veces sucede con el hijo más mimado o el discípulo más cercano, comenzó injustamente a sentirse desagradado contra su padre, y en un momento en ausencia del Rey David se proclamó rey sin serlo, se fue del palacio, y con un grupo de mercenarios que por una razón u otra se sentían a disgusto con el rey, formó un ejército para luchar contra su padre.
Todo esto era un absurdo, jamás Absalón iba a poder contra el poder, la inteligencia y la capacidad de su padre. Había algo aun más grande que poseía el Rey David y eran las bendiciones de sus maestros con que estaba ungido, las protecciones de los profetas de Israel con que contaba sobre todo la de su Maestro el Profeta Samuel. Contra la protección y el poder de la bendición divina de un Maestro de Sabiduría no puede nadie.
Al Rey David todo este conflicto le partía el corazón y se sentía reacio a luchar contra su propio hijo ya que lo amaba intensamente. Pero por razones de estado los generales y el ejército entero le aconsejaron al Rey David que reaccionara contra Absalón y así fue como necesariamente tuvo que combatir declarándole la guerra. Como era de esperarse, Absalón y su precario ejército comenzó a perder la guerra