TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
El aleteo de los Ángeles del Plan Divino me aventaron a vivir en el convento de los franciscanos en la cima del monte Tabor, donde Jesús se transfiguró en presencia de Pedro, Santiago y Juan y se volvió pura luz delante de ellos. Moisés y Elías aparecieron a los lados de Jesús, asunto que está divinamente representado en un cuadro de Rafael que se encuentra en el Vaticano. Aquí vine a parar en compañía del silencio, solo dos monjes y cinco personas de servicio que mantienen este gigantesco espacio, eran la única presencia humana y que se les veía nunca, ya que dispersados en tanto espacio era como si no hubiera nadie. El Monte Tabor está impregnado con la radiación de la Transfiguración que Jesús vivió aquí. Por principio de Correspondencia, toda montaña representa un alto estado de consciencia. Por eso Jesús buscaba las alturas para orar, sabiendo de la tremenda energía que hay en esos lugares. El Monte Tabor se eleva a 588 metros de altura en la llanura del Esdrelón o el Armagedón, donde se libra la lucha entre las “Fuerzas de la Luz” y de la oscuridad, siempre este monte fue un lugar sagrado para todas las religiones y culturas.
Por lo abrupto de la subida y lo estrecho de la carretera no tienen acceso buses, así que hay que dejar el vehículo particular y subir en taxis que esperan a las personas.
Caía ya la tarde, todo lo balaba ese sol dorado que enloquece por su belleza y hacía de las suyas para parecer más hermoso, nostálgico y ensoñador más que nuca, teñía mágicamente con sus visos la fachada de la imponente iglesia neo-románica que hizo el arquitecto italiano Barluzzi para rememorar el lugar. Estos son los momentos en que el sol invita a la reflexión de lo que se vive, se ha vivido y se vivirá. Me daba cuenta de lo trascendente que es traer grupos aquí para que tomen conciencia de lo que es la Transfiguración y lo que significa en la vida de uno trabajar con grupos de tantos países juntos, unidos en un solo propósito, el de comunicar en el mundo una instrucción espiritual limpia de la pátina del tiempo, del oscurantismo, el fanatismo, la mediumnidad y la mediocridad. Aquí se respiran los aires de la esencia de la Enseñanza de Jesús absorbiéndolos de la fuente con la pureza que deben transmitirse a tantos miles de personas que día a día se reúnen a escuchar lo que les tenemos que decir.
Mientras el auto sube el Monte Tabor, si se está conectado con su radiación, también se elevaba la consciencia, y hay que ascender dándole gracias a Dios por la oportunidad de venir a Tierra Santa, sea solo o con estudiantes, adonde no se viene a pasear ni hacer turismo esotérico, ni nada que se le parezca, solo se viene a absorber en el éter aquello mágico que después de absorbido, se pueda transmitir para ayudar a todos los que se les facilita la enseñanza para que sean más felices, encuentren su Ser Interior y armonicen sus mundos. Creo que Dios leyendo en el corazón de los que son puros, concede ese don.
Foto: Catedral de Barluzzi en la cumbre del monte Tabor y Rubén Cedeño.