PROSPERIDAD DE JESÚS

Jesús tenía una alta conciencia de prosperidad y excelencia, de la que dio muchas pruebas llegando a casas de amigos muy ricos como Zaqueo. Zaqueo vivía en Jericó y era muy

rico, y andaba vestido con muchas joyas y muy finas telas. No hay ninguna virtud en ser pobre y tener mal gusto. Dios le había dado todo a Zaqueo, y para nada le importaba ser de muy baja estatura. Un día, Jesús fue a Jericó y la gente se agolpaba en la calle para verlo pasar, apartando a Zaqueo por considerarlo indigno por pecador y mundano. Zaqueo se subió a un árbol de sicómoro que todavía existe y Jesús, al ver a Zaqueo allí montado lo saludó y le dijo: “Oye Zaqueo, date prisa, bájate de allí, porque hoy necesito quedarme en tu casa”. Eso bastó y sobró para que los que no tuvieran conciencia de prosperidad criticaran a Jesús por sibarita, gustarle las comidas y hospedajes de alta alcurnia, pero eso ni a Jesús ni a Zaqueo les importó. Lo mismo ocurre ahora con la gente que no tiene conciencia de prosperidad y se hace esquemas y estructuras de cómo debe ser alguien espiritual, que lo critican si come en buenos restaurantes y llega a buenos hoteles, pero todos los buenos hospedajes y restaurantes son de Dios y depende de uno si lo escoge o lo deja, Dios y la espiritualidad no se afectan por eso. Jesús decía: “Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes! Busquen primero el Reino y su Justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura”.

Foto: Rubén en el sicómoro de Zaqueo en Palestina.