LIBRO "GAUTAMA"
Rubén Cedeño 14-07-2009
Cuando tenía 18 años en 1970, sostenía conferencias públicas de Metafísica todos los lunes en la Sociedad Naturista de Venezuela; y el día de la luna llena de Mayo, en el Festival de Wesak, me esmeré en dar muchos detalles sobre la vida del Señor Gautama y la India. Al terminar la conferencia, un señor se acercó y me dijo: “¿Ha ido usted a la India?”. Y le contesté: “¡No!”. Y él me replicó: “¿Cómo habla así de la India, sin haber ido?”. Conversaba de la India con detalles, emocionado y con seguridad, porque creo que usaba memorias que tenía grabadas de una vida anterior, pero en esta encarnación no había pisado jamás ese país. No se debe dar una instrucción de la Enseñanza espiritual que no esté realizada y vivida por sí mismo. Esto ha sido mi credo. Todo lo que hablo de las enseñanzas, los Maestros, los Retiros Etéricos y demás aspectos de la Metafísica, es porque los he vivido en primera persona; y no los expongo porque los haya leído en un libro o un Maestro me lo haya enseñado.
Una vez, con el dolor de mi alma, me tuve que retirar de una escuela espiritual fantástica, que tenía mucha información, pero no podía afirmar todo eso si no lo había vivido y comprobado por mí mismo, ni afirmar sus enseñanzas porque las leía en un libro.
En diciembre de 1980, decidí vivenciar la India viajando por su amplia geografía para no hablar de ella sin conocerla. Quedé impactado al visitar el Parque de las Gacelas, en Sarnath, donde el Señor Gautama dio su primer sermón. A los pocos días tuve la oportunidad de conocer personalmente a Krishnamurti en Adyar, y todo eso contribuyó a que regresara a Caracas en un especial estado de conciencia.
Tan pronto llegué de la India, en enero de 1981, dicté una conferencia sobre las Enseñanzas del Señor Gautama en la Biblioteca Raúl Leoni, del Cafetal. Con los apuntes de esta charla escribí la primera edición del libro “Gautama” en la que volqué todo el sentimiento con que venía cargado de la India; estas transcripciones actualmente están unidas a las conferencias que en años posteriores dicté en los lugares donde vivió el Señor Gautama en India y Nepal.
Desde que tenía dieciocho años de edad en 1970, estoy en conversaciones públicas comunicando las Enseñanzas del Señor Gautama. La vida del Señor Gautama es el ejemplo de cómo podemos vivir con un mínimo de problemas, siendo felices casi por completo porque conducen a la cesación del sufrimiento y el desarrollo de la Iluminación.
Reiteradas veces he vuelto a visitar la India. En el año 1993, mientras pasaba unos días plácidamente en el Lago de Dal, en Kashmir, donde está el Retiro Etérico del Señor Koot Hoomi, escribí los capítulos de “Las Cuatro Nobles Verdades” y “El Noble Óctuple Sendero” que publiqué como “No sufras más”.
Algunos facilitadores a los que les comunico la Enseñanza Espiritual se han sentido atraídos a vivenciar asuntos que sólo en la India se puede hacer, y me han pedido que vaya con ellos como guía. Lo hemos hecho con algunos grupos, el más reciente fue de veintisiete personas durante el mes de enero del año 2009. Iniciamos el recorrido por Nepal donde el Señor Gautama nació y vivió como un príncipe. En Lumbini, percibimos de cerca el lugar donde el Señor Gautama encarnó.
En Kapilavastú, sentados en la habitación del propio Siddharta, les conversé sobre la renuncia. Tuvieron la oportunidad, en Kushinagara, de sentir de cerca el lugar donde el Gautama entró en el Nirvana, sentándose en el sitio exacto donde el Señor Gautama entregó su corriente de vida. Tanto en Sarnath, como en la Colina de los Buitres y Vaisali, les pude ofrecer explicaciones de las charlas que el Señor Gautama dio en esos lugares, y en Boddhgaya percibieron de cerca el contenido inescrutable que encierra el sitio donde Él se iluminó. Navegamos al lado de cadáveres humanos putrefactos que flotaban en el río Ganges y nos envolvimos en el humo que expide la carne humana al ser incinerada. Éste fue el punto más profundo de nuestra vivencia en India. Si esto hubiera sido un viaje de placer o turismo esotérico, jamás se les habría hecho sufrir las horas interminables de carretera –casi diez diarias– durante incontables días.
Nunca le he ofrecido a alguien, ni nadie espera que con estos viajes, se vaya a iluminar alguien, ni pueda llegar al cielo, que vayan a ver a los Maestros, aunque en algunos, Ellos, visiblemente se nos han presentado, pero ese no ha sido el objetivo. En estos viajes sólo ha habido estudios, clases y aprendizaje, a eso es que vamos.
Hacer de guía por todos estos parajes de la India y dar tantas explicaciones, lo hago por amor al Señor Gautama; tanto afecto siento por Él, que no me es posible disimularlo, y cada vez que puedo, traigo a las puertas de sus templos y a sus pies, la gente que voluntariamente me pide que le facilite, porque jamás he ido a buscar a nadie a su casa ni he llamado a persona alguna para instruirle algo. Jamás les he pedido un centavo a las personas que viajan conmigo, ni que me brinden un vaso de agua y a veces después de semanas viajando, ni las gracias algunos las dan. Es la gente la que me ha pedido que la traiga a la India, y desinteresadamente les he ofrecido lo que sé y tengo, de lo extraído a pulso y lentamente, al vivir en sus calles llenas de menesterosos, pantanos, vacas, perros, cadáveres, templos, sadhus, lamas y Maestros.
Al regresar de estos viajes a India, los estudiantes han podido hablar del Gautama lo que han visto, sentido y aprendido por ellos mismos, y no lo que les he dicho, ni lo que los libros narran. Esto es muy importante para todos. El que transmite una enseñanza habiéndola vivido, lo hace con vibración; y esa energía es la que le llega a los que escuchan y, por eso, le dan credibilidad.
Dice el Señor Himalaya que “hoy existen miles de seres que, procedentes de la India, han reencarnado en América. Asimismo, miles de americanos están renaciendo en la India para traer su mixtura y su proceso balanceador a ambas secciones de la Tierra”. Creo que soy uno de esos seres a los que se refiere el Señor Himalaya, y que muchos de los que vienen a estas charlas y leen estos libros, también; por eso las reciben sin ningún tipo de resistencia y lo aceptan como si lo supieran de antemano.
Para acompañar la instrucción de estos escritos, hagamos los Tres Refugios que, en los sitios donde se estudian las enseñanzas del Señor Gautama, se recitan como si fuera un mantram, cuyo contenido es muy sabio:
BUDDHAM SARANAM GACCHAMÍ DHANMAN SARANAM GACCHAMÍ SANGHAM SARANAM GACCHAMÍ TOMO POR GUÍA LA ILUMINACIÓN TOMO POR GUÍA LO QUE DEBO HACER TOMO POR GUÍA LA FRATERNIDAD