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APOLO - VISITA A DELFOS - POR RUBÉN CEDEÑO

Rubén Cedeño Delfos, 2.1.2015 Pareciera que los Dioses y Maestros de Sabiduría se hubieran confabulado para ofrecernos el más bello día de nuestras vidas. Íbamos camino a Delfos, “Retiro Etérico” del Señor Dios Sol Apolo. La nieve a ambos lados del camino brillaba reluciente, un sol puro, único e inigualable resplandecía en medio del azul intenso de la bóveda celeste, haciendo perfecta analogía con los colores de los lagos, que dibujaban sus caprichosas orillas, teniendo por fondo el Monte Parnaso con sus míticas Musas. No se podía creer tanta belleza, era algo tan espectacular que desde el autocar todos se deshacían en alabanzas hacia las hermosuras naturales que Dios nos brindaba en esta mañana. Solazando tanto esplendor, desde el equipo de sonido del ómnibus, les hacía escuchar a todos, diferentes versiones del aria donde se encuentra la Llave Tonal del Señor Dios Sol Apolo, “Ombramai fu” de la ópera Xerxes de Häendel, entre otras, las interpretaciones de Eva Marton, Renée Fleming, IldebrandoD’Arcangelo, Cecilia Bartoli y José Carrera.

En un momento el camino comenzó a ascender vertiginosamente por sus cerradas curvas a la cumbre donde se encontraba el oráculo más famoso de la antigüedad. En el lugar preciso nos detuvimos, bajamos y en la puerta del emplazamiento arqueológico se comenzó a comunicar las enseñanzas propias del lugar. Todos rebozaban de entusiasmo por ascender al templo de Apolo, que con sus arcanas columnas parecía que nos esperaba desde que estuvimos la última vez. El lugar del Ónfalo, la piedra sagrada que el Amado Saturno, Dios Supremo del Fuego Violeta lanzóallí desde sus sagradas fauces, fue la delicia de todos y luego, ver la pieza original en el museo, fue un encanto inigualable. Nos sentamos en la cafetería mientras con unos de esos teclados electrónicos del iPad, les fui explicando y tocando cada una de las seis escalas antiguas griegas y comentando sobre la música de entonces, ya que estaban motivados por haber visto el original del Pean a Apolo que se encuentra en el museo. Todo era un encanto.

Una vez más, acompañado de un grupo de estudiantes, bajé al Tolos, misterioso y eterno, donde de nuevo daba las explicaciones sin rigor histórico que allí se pueden ofrecer, porque no hay quien lo descifre.

El sol en su extraordinaria belleza, debido al invierno, comenzó a menguar amenazándonos con ocultarse más temprano que otras veces y había que correr a la Fuente Castalia antes que la noche nos atrapara con su fuliginoso manto. A pesar de la oscuridad que ya reinaba en la oquedad de la montaña donde se encuentra el curso de este ancestral manantial de purificación de pitias y hierofantes, al disparar la primera foto, una expresión de asombro surgió al ver que al ser tomada sin flash, salió con una fulgurante luz como si fuese mediodía. De inmediato todos quisieron experimentar lo mismo y el fenómeno se repetía por igual en todas las cámaras fotográficas.

Se dio la instrucción que allí correspondía con la novedad de hacer una transmisión de la enseñanza en directo al mundo entero vía “streaming” y allí mismo comenzaron decenas de personas a enviar sus correos electrónicos confirmando su conexión. Inevitablemente la vestidura de la noche finalmente nos envolvió pero no completamente, ya que la plateada luz de la Señora Lunara en vísperas de su plenilunio, con su resplandor dio sustituto a la Luz Solar de nuestro entusiasmado Apolo. No podía pedírsele más a un día tan esplendoroso, lleno de tantas bendiciones. En un hotel de la comarca más cercana nos fuimos a reposar y recuperar fuerzas esperando un nuevo día con el siempre indescifrable enigma del mañana.

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