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HÉRCULES EN MONTE ETA - POR RUBÉN CEDEÑO

Monte Eta, 29.12.2014 Rubén Cedeño Debido a llevarnos por el entusiasmo y amor a Hércules de uno de los organizadores del viaje, se hizo algo que debió ser hecho mejor pensado y fue que no debíamos haber traído al desconcierto al “Monte Eta” a más de 40 personas de 10 países, por el solo hecho de que allí ascendió el Poderoso Hércules. Pero por algo se hizo y ya se verá. Ascendíamos cada vez más a la cumbre, llovía, persistentemente, hacía mucho frío, el templo a Hércules en la cumbre resultó estar subiendo a pie por un empinado camino pantanoso y resbaladizo, donde no había nada para guarecerse de la lluvia y no fue posible hacer que el grupo llegara.

Toda la montaña estaba cubierta de hermosos pinos, magníficos recodos bucólicos. Solo se divisó un pueblo en todo el largo trayecto donde había muy pocas casas y sin cafeterías de ningún tipo en ningún sitio. Pero pasaba algo que a todos asombraba, que en cada vuelta del camino encontrábamos arcoíris y más arcoíris por todos lados, unos simples, otros dobles, unos completos y otros en parte, pero cada uno de ellos era más hermoso que el anterior, con los colores muy definidos, brillaban y le daban al transitar una magia inexpresable. Sin exagerar, topamos con más de 20 o 30 arcoíris. Para mis adentros me decía: “algo bueno tiene que pasar porque no es normal tantos arcoíris juntos”. Eso nunca en la vida lo había visto así y era casi el comentario unánime de todo el grupo.

Cuando creía que el viaje y las largas horas de camino estaban perdidos, los objetivos frustrados y la explicación oculta de la Ascensión de Hércules que había escrito especialmente para ese viaje, ya no se darían, pasó algo. En una curva del camino mágicamente apareció un local que no sé si se podría calificar de cafetería. Cuando entramos, era un lugar sumamente hermoso, de completo lujo, todo al más puro estilo minimalista, que para esa montaña, era como algo inusual. No solo eso, sino que en la parte de arriba tenía una sala que se podía usar para conferencias y desde donde se veía el sol relumbrando en el mar Egeo y la mítica “Termópilas de los trescientos”. Inesperadamente nos comenzaron a ofrecer y servir café, y una rica merienda, por gente de una gran amabilidad y simpatía. Lo mejor fue que el salón para la charla nos lo cedieron gratuitamente.

En una única terraza teniendo por fondo los pinos de la Montaña Eta nos reunimos todos a aprender y grabamos la explicación de cómo Hércules Ascendió en este lugar. Después, allí mismo pero en privado explicamos el hermoso significado oculto de todo lo narrado, algo que tiene que ver con las claves de la Ascensión y que están reveladas en la nueva edición del libro “Grecia Iniciática”. Nunca he dudado de la presencia de las Inteligencias Superiores pero en los sucesos tan inusuales que nos estaban pasando en este día me di más cuenta de la cercanía indudable de estas energías dirigiendo nuestros pasos.

La actividad que se tenía que realizar allí era completamente nueva, de un alto contenido interno y tenía que ser de forma especial. Todos se dieron cuenta de la seriedad y trascendencia de lo que estaban viviendo. Los arcoíris no dejaron de acompañarnos y frente al lugar donde dimos la actividad nos iluminó el último arcoíris de ese día. Rebosantes de un gran regocijo espiritual, mientras el sol daba sus visos más hermosos en los diferentes recodos de la montaña, comenzamos a descender la montaña en el autocar, rumbo a las Termópilas.

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