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MAESTRO Y DISCÍPULO - POR RUBÉN CEDEÑO

MAESTRO Y DISCÍPULO RUBÉN CEDEÑO RESPONDE A EDGAR SHAISTER Tánger-Marruecos, 8.11.2014 ¿Es importante que el discípulo esté consciente de la asociación entre Maestro y discípulo? Así como nadie puede estar inconsciente de quién lo cría, lo educa, lo alimenta y provee de todo, es imposible que un estudiante espiritual no sepa quién le enseña, protege o auxilia en su “Sendero Espiritual” y si no lo sabe a ciencia cierta, evidentemente a las claras lo sospecha. En la real espiritualidad hay un hecho por el cual se deben tamizar todas las cosas y es que: LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD ES CONSCIENTE.

El Sendero Espiritual, el contacto con el Maestro es para el desenvolvimiento del Alma y el Alma es conciencia, esa es su naturaleza, por lo tanto si no hay conciencia no hay una verdadera espiritualidad, un real sendero, ni relación con el maestro. Lo que hay es lo que existe en el mundo común y corriente, que es inconsciencia, no darse cuenta, estar dormido, ser como una hoja en medio de la tormenta o un corcho en un tsunami, vivir inconscientemente a merced de las circunstancias.

Toda verdadera relación de instructor espiritual y estudiante o maestro-discípulo no es una imaginación ni una fantasía que se puede hacer un estudiante creyendo que leyéndose un libro de Conny Méndez, determinado escritor espiritual o maestro, es discípulo de ese ser. Eso no es así, eso es un disparate. Puede que la lectura espiritual te allegue con su escritor y te conviertas en su estudiante, pero para que eso suceda tiene que haber contacto físico y conocimiento tangible y consciente. La relación discipular ha de ser con alguien que físicamente enseñe, que se vea, que se oiga que transmita lo que se llama “El Darshan” o la vibración de la palabra hablada y que se escuche de cuerpo presente.

En el plano físico cuando se tiene un maestro de cirugía, este corrige si se toma mal el bisturí o no se hacen correctamente los puntos de sutura; si es un maestro de canto, vela si se imposta mal la voz o no se respira correctamente; y si es de ballet, está pendiente si se haces mal la primera, segunda o tercera posición para corregirla. Igualmente sucede en una real relación discipular, el maestro si es un verdadero instructor, da lineamientos, sugerencias y hace ver los errores y va dándole sugerencias para que se corrija de forma personal esa persona que va educando. Los libros espirituales pueden que den excelentes sugerencias o muy buenos datos sobre el sendero, pero todos lo hacen de forma general para todo el mundo por igual. Pero los estudiantes tienen defectos, cosas que corregir, cada uno diferentes y particulares. Ningún libro está en la capacidad de decirle a cada quien, en qué específicamente está fallando o tiene que corregir. Un facilitador físico en contacto visible y tangible con un estudiante que tiene al frente, está en capacidad y posee la oportunidad de sugerir, encausar, corregir y perfeccionar al estudiante. De eso fue de lo que se ocupó Conny Méndez con cada uno de los que formábamos parte de su grupo, nos formó, nos corregía, nos sugería qué hacer y esto ella lo hacía a diario. Por ello, de su grupo salió gente tan ilustre como la gran compositora y escritora Ana Mercedes Asuaje de Rugeles; una mujer de letras como Carola de Goya; una impecable facilitadora como Katiuska Cordido y tantos otros más.


Esa formación cabal en la Metafísica ha continuado hasta nuestros días y lo que hay, más o menos bueno, en la Metafísica es debido a este trabajo diario que hacen los facilitadores con sus estudiantes, de sugerir, corregir, perfeccionar a viva voz a sus participantes. Eso es una real relación facilitador estudiante. Esto no es la relación idílica e imaginativa de los que creen que el Cristo les enseña esto o lo otro, esas son fantasías. Cualquiera puede creer que el Cristo le enseña a realizar una operación quirúrgica, cantar un lied alemán o bailar un ballet de Stravinski, pero jamás se ha visto que alguien que diga que el Cristo le enseño eso, lo haya hecho perfectamente de forma académica y le haya salido intachablemente perfecto. Eso no le pasó al mejor cirujano plástico del mundo como Ivo Pitanguy, tampoco al más grande tenor de todos los tiempos Plácido Domingo, ni al mejor bailarín del mundo como lo puede ser Roberto Bolle.


Así como estos seres necesitaron de maestros que los instruyeran, les señalaran sus defectos y los corrigieran, así les ha tocado a los grandes espiritualistas de todos los tiempos. Esto le pasó a Santa Teresa de Ávila con su confesor el Padre Gracián; a Daya Mata, la directora del Self Realization Fellowship con su Maestro Yogánanda; al gran yogui Vivekánanda con su Maestro Ramakrishna; a Madame Blavatsky con su Maestro El Morya, a Alice Bailey con su Maestro El Tibetano y párese de contar, porque le ha pasado a todo el mundo tanto en el ámbito de la ciencia, el arte o la espiritualidad. El Cristo Interno si instruye, sana y dirige a través de las personas que se ocupan de hacerlo físicamente. En la Metafísica como en cualquier Ministerio de Educación de todos los países del mundo, cultivamos y defendemos la educación instructor-estudiante a todos los niveles, a nivel escolar, artístico, científico y sobre todo en lo espiritual. Así como el judaísmo se debe a la dirección de sus rabinos, el catolicismo a sus sacerdotes, obispos y papas, el hinduismo a sus gurús, la Metafísica se debe a sus facilitadores y de igual forma la Jerarquía Espiritual se debe a los Maestros de cada uno de sus miembros, maestros que son tales porque enseñan, tienen discípulos, si no, no tendrían este título, sino otros como de hecho algunos de ellos no lo tienen, por no enseñar y tienen otros títulos cónsonos con los cargos que desempeñan. Es oportuno aclarar algunos asuntos con respecto al Maestro o facilitador, sea este un Adepto o un mortal. Al Maestro o facilitador no se le sigue, se le oyen sus instrucciones, no para obedecerlo, ya se deben tamizar por el discernimiento del estudiante. En cuanto a imitar al maestro no es un requisito, pero cuando el estudiante observa lo bien que al maestro le va con su manera de ser y de actuar, comienza a proceder como el maestro, pero no por incitación ciega de su persona sino por lo lógico de sus decisiones. No se recomienda estar con el Maestro o facilitador todo el día, en caso de que se viva con él, esto generalmente satura a el estudiante, puede viciar la relación, hay que verlo en el momento de la instrucción y luego cada quien a lo suyo.


El Maestro no es perfecto, al menos para la mente de muchas personas imperfectas, por lo tanto no es bueno idealizarlo, ni hacer patrones de ellos, porque se puede creer que en determinada circunstancia él va actuar de una establecida forma y no lo hace, él no puede estar limitado ni se puede limitar por los pequeños razonamientos que el estudiante puede tener sobre como él debe ser ni actuar. Él vive en otro universo de consideración de los asuntos y a veces lo que parece bien para los demás, él ve que no lo es y no lo hace, y lo que puede parecer mal para muchos, él puede saber que es el mejor bien y al hacerlo, ser muy criticado y condenado.


Recuerden a Jesús fustigando a unos trabajadores que se ganaban su sustento en el templo de Jerusalén o cuando maltrataba verbalmente a los fariseos diciéndoles improperios. Imagínense que alguien se ponga hoy en día a imitar a Jesús en esto, lo mínimo en que puede terminar es preso. Eso no se puede hacer, él supo por qué lo hizo en su momento obedeciendo a causas y efectos ocultos que generalmente el estudiante los desconoce, por eso es un asunto no muy recomendable este de imitar, seguir o ser como el maestro. Que trate cada quien de ser lo mejor que pueda mejorando su carácter, sus sentimientos, y reacciones, siendo cada quien como es y no por seguir o imitar al maestro, aunque si se desea, en algunas cosas se puede imitar.

Recuerden que el maestro sea un Adepto o un mortal no es la meta a seguir, la finalidad es unirse al Cristo o Alma pero ay de aquél que por esto desprecie, abandone o condene al maestro, nunca se encontrará con su Cristo porque el Maestro trabaja para el Cristo, el Cristo y el Maestro o facilitador son uno. Quien desprecia al maestro, desprecia al Cristo, quien ama al Maestro ama al Cristo. NADIE RECIBE BIEN A SU SEÑOR, SI RECIBE MAL A SU ENVIADO. Así como todo el mundo no es buen chef ni cocina con buena sazón, igualmente no todo el mundo es buen facilitador y forma excelente estudiantes, pero igualmente como no todo es malo y hay excelentes arquitectos que hacen construcciones que marcan la historia, así también existen maravillosos instructores, solo hay que buscarlos.


Así como no se encuentra un perfecto y refinado chef en un puesto de perros calientes, así no busques un buen maestro espiritual en cualquier cuchitril cutre de por allí. Así como los buenos maestros están en las grandes universidades más conocidas que han formado eminentes profesionales, así búscate tu maestro en las grandes universidades de la espiritualidad. Por supuesto que existen excepciones pero como excepciones son escasas. Cuando en Inglaterra se quiere ser un impecable profesional, la gente busca estudiar con los profesores de la Universidad de Oxford, en España de la Complutense, en Estados Unidos de Harvard, en México de la UNAM, en Argentina en la UBA porque se sabe que allí están los mejores maestros y no van a hacerle perder el tiempo, el dinero y el esfuerzo, a los estudiantes. Esta es una muy buena pista de lo que hay que hacer en la formación espiritual.


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