DISCIPULADO - POR RUBÉN CEDEÑO
- metafisicaweb
- 7 nov 2014
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RUBÉN CEDEÑO RESPONDE A EDGAR SHAISTER
Granada, 6.11.2014 ¿Qué es el discipulado? ¿Qué es un chela? Qué tan cierta es la frase “cuando el discípulo está listo aparece el maestro” ¿Por qué Krishna dice que “este es el camino más difícil”? ¿Por qué el chela debe forzar la entrada a un recinto vigilado y, desde entonces, debe luchar y conquistar; o morir?, ¿Podrías explicarnos la frase que alguna vez un Adepto le dijo a Madame Blavatsky: “Nunca se precipiten hacia nosotros por el chelado; esperen hasta que éste descienda sobre ustedes”? Nos dice Blavatsky que la tarea principal del discípulo no es la adquisición de algún poder psíquico sino que la verdadera tarea es que el chela se despoje del sentido imperante de la personalidad y que mientras este sentimiento permanezca, será incapaz el discípulo de ir más allá ante la puerta del ocultismo. ¿A qué se refiere H.P.B cuando afirma que “el sentimentalismo” no es la característica de un chela? ¿Puede una persona forzar al maestro para que lo acepte como chela o es algo que se deba dar con naturalidad? El “discipulado” desde el punto de vista espiritual sucede cuando un aspirante o simpatizante espiritual se compromete seriamente a seguir una disciplina de estudio y prácticas bajo la dirección de un maestro o facilitador con la finalidad de servirle a la humanidad, logrando la sincronía con su Alma o “Cristo Interior”. Este suceso dicho en terminología oriental es lo que se denomina convertirse en un “chela”. Cuando a través del proceso evolutivo la persona ya ha salido de las 700 encarnaciones denominadas dentro del “Aula de Ignorancia”, y ha transitado algo de las 70 encarnaciones dentro del “Aula del Aprendizaje”, orientándose espiritualmente, en algún momento comienza buscar o se le presenta un instructor físico que lo va entrenando, y que le sirve a uno de los Maestros de la Gran Hermandad Blanca y dependiendo cómo se desenvuelva, siendo estudioso, amoroso, fiel, servicial, compasivo y cumplido, comenzará a vislumbrar la presencia del Maestro detrás de su facilitador físico, allí se dará cuenta que él, el otro, su Alma o Cristo y los miembros del Ashrama con que trabaja, son uno solo y cómo se comporte con uno, se ha comportado con el otro. No siempre esto se hace difícil, depende de la línea discipular por dónde se aborde, si es siendo una carmelita descalza en un convento de clausura o un eremita durmiendo en una cama de piedras o tablas y comiendo con cucharillas de madera y sabe Dios cuántas cosas más, resultará muy penoso, sí, esto no gusta mucho, pero existen muchos que han abordado el sendero de esta manera como Milarepa, San Pedro de Alcántara, Ramakrishna o Gandhi.
En la Metafísica esto se aborda con una actitud mental muy positiva y acogiéndose a una síntesis de los métodos más prácticos y positivos que han existido a través de los tiempos, sin dejar de cumplir con lo esencial. A veces el discipulado se hace muy duro cuando se tiene una personalidad rebelde, y se quiere hacer lo que entre en ganas y no lo que se debe hacer y la personalidad se opone a las cosas como son, y todo se vuelve un desmán, y por supuesto el facilitador o maestro a cargo de ese estudiante, insistirá hasta un límite pertinente y si no, ese nexo se romperá y ya nadie responderá por la vueltas de esa persona que era un discípulo, que a partir de ese entonces se sentirá libre en un sentido, pero desconocerá de dónde ha caído preso.
El sendero se camina con sensatez, inteligencia, razonamiento lógico y no con el sentimentalismo cursi de la espiritualidad afectada, de posturas, frasecitas o amaneramientos creyendo en pajaritas preñadas.
Depende del karma de cada quien y la naturaleza del Rayo de la personalidad y del Cristo Interno, la relación con el maestro se puede esperar o forzarse. En la historia de los estudiantes espirituales ha habido de todo en este sentido, unos que fuerzan y encuentran, así como otros que no; algunos que esperan y les llega y otros que se quedan esperando toda la vida sin que les llegue nada, y unos tantos que no están preparados han forzado y después fracasan y muchas más modalidades muy largas de enumerarlas.
Cualquier estudiante está en su derecho, si así lo desea, de forzar la relación con un maestro, es más, algunos Maestros esperan esto, que el estudiante pida, ruegue, suplique esta relación, las relaciones de estudiante y maestro que se dan así son de las mejores. Lord Koot Hoomi es uno de los a veces espera y dicen que lo pueden forzar. Ningún verdadero Maestro ni facilitador está esperando ni buscando a ningún estudiante por ningún rincón ni escondrijo. Por supuesto si llega el momento cósmico del encuentro del facilitador y el discípulo, y el estudiante está perdido en una nube de impedimentos que no han sido generados por él, el Maestro puede que descorra las cortinas y aparezca. Es obvio que eso se dice así metafóricamente, pero no tiene nada que ver con una escena hollywoodense. A los ojos mortales se verá como algo natural, pero si se analiza bien el asunto se darán cuenta que no fue tan normal y que algo mágico entró en acción. De todas formas la gente tiende a idealizar este encuentro de Maestro y discípulo, que cuando se narra se ve muy bonito, pero cuando se vive a veces se ve de lo más natural.
Ha sucedido el caso de estudiantes que se han precipitado en una enseñanza espiritual y no se han dado cuenta que poco a poco se les ha transformado en un chelado y han forzado al maestro o facilitador, este los ha tomado y les ha dispensado un inmenso cariño y andando en medio de las pruebas, algunas las ha pasado y en otras no ha estado preparado y en una de ellas se ha precipitado al abismo causando un rompimiento muy traumático y por eso algunos maestros dicen que no se debe ningún discípulo precipitarse al sendero.
De todas formas el discipulado o chelado es una de las vivencias más hermosas que se pueden tener en la existencia, y como todo en la vida, tiene sus asuntillos por allí que resolver, pero es más lo lindo que lo amargo, lo satisfactorio que lo decepcionante. Les aseguro que ser un chela o discípulo da más contentamiento que la práctica de cualquier hobby, y menos decepciones o casi ninguna decepción de las que a veces dan las parejas, amistades, la sociedad o la política. “Dios no defrauda nunca a nadie”.
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